Dinner in the Sky” ofrece una experiencia gastronómica inusitada en San Pablo
Imagínese tomar un aperitivo y comer platos preparados por chefs de renombre, con la mejor vista de la ciudad, pero en vez de sentarse a la mesa será en una plataforma elevada con vista a un horizonte abierto, enmarcado en el skyline de una metrópolis vibrante. Esa es la propuesta que se ha llevado a cabo en varios países del mundo, y este año estará en São Paulo y Río de Janeiro
Tras haberse popularizado en ciudades como Bruselas, Las Vegas, París, Londres, Atenas, Dubai, Perú, Tokio y Shangai, la experiencia Dinner in the Sky llegó a Brasil este año, donde ahora repite tras superarse las restricciones de la pandemia de Covid-19. En São Paulo, la experiencia comenzó este mes y se extenderá hasta el 7 de agosto en la céntrica plaza Armando de Sales Oliveira, frente al Parque Ibirapuera, principal pulmón verde de la gran megalópolis brasileña.
Las opciones del Dinner in the Sky paulistano incluyen desayuno, brunch, almuerzo, atardecer y cena, y la convocatoria es muy exclusiva: la plataforma sólo incluye a 22 personas por grupo, hay que reservar y pagar por anticipado. El menú es sorpresa, incluso para quienes tengan restricciones específicas, que deberán avisarlo con anticipación. La experiencia no impone dress code, sino apenas la sugerencia de llevar ropa cómoda y algún abrigo en caso de que refresque.
Las precauciones sugeridas antes de subir son pocas: adelantarse al horario fijado, porque la ubicación de los comensales en la plataforma se decide por orden de llegada, y algunas ubicaciones permiten una vista más amplia. Otra recomendación crucial es dejar las pertenencias en un locker provisto por los organizadores en el lounge de bienvenida, para evitar que objetos personales puedan caer al vacío (y hay reales posibilidades de que eso suceda, a pesar de que los convidados se resisten a desprenderse del celular ). Y finalmente, ir al baño, ya que durante la comida no se puede, arriba no hay baños, nadie puede levantarse de su silla cuando la plataforma está suspendida, y esa orden es inapelable.
A la hora de subir, los comensales se sientan en una silla estilo gamer, y a cada uno le abrochan un cinturón que pasa por la cintura y a los costados del pecho, para que se sienta lo más cómodo posible dentro de la seguridad que impone la elevación. Empieza el ascenso y para quienes suelen marearse en las alturas, quizá lo mejor sea no mirar hacia abajo durante el proceso. La plataforma cuenta con nueve metros de largo y cinco metros de ancho, y todos sus asientos pueden girar 180º para que los comensales disfruten (si se atreven) de la vista panorámica. Algunas restricciones tienen el objetivo dar seguridad a los participantes, tal es el caso de las planchas de acrílico como separación entre los comensales, por precaución sanitaria.
El staff que acompaña a los comensales está sujeto al techo de la plataforma con una especie de arneses, ya que ellos se mueven durante la preparación y al servir los alimentos y bebidas. Sin embargo, es fácil inferir que con algunos chistes y dinámicas que promueven, buscan ayudar a los más temerosos, mientras la plataforma asciende y empiezan a servir la entrada. La bebida (vinos y cerveza) está incluida, pero no conviene excederse. La comida -que el staff suele describir en detalle al momento del servicio- es atractiva, pero liviana, para que nadie salga “rodando” o sea víctima de algún malestar por la combinación de alimento y adrenalina al verse suspendido en el vacío. Además, hay postre, conviene guardar lugar.
El costo de la experiencia (que ya disfrutaron 22 mil personas en su última edición en São Paulo), oscila entre los 250 y 600 reales por persona, y depende del horario elegido, dura entre 40 y 70 minutos. La plataforma se mudará a Río de Janeiro entre el 1 de septiembre y el 18 de diciembre. Más informaciones aqui y aqui, además de un video en YouTube que ayuda a visualizar la experiencia.
Cómo llegar a São Paulo y Río de Janeiro: las dos ciudades se encuentran entre las principales capitales brasileñas y son también los principales hubs aéreos con conexiones diarias a todas las capitales internacionales, acercando a Brasil y al resto del mundo con frecuencias prácticamente similares a las vigentes hasta la pre-pandemia.